Proyecto
La Siesta
Categoría
Producto
Tipología
Botijo
Diseño
Raky Martínez, Alberto Martínez y Héctor Serrano
Empresa
Gandía Blasco Grup
Fecha
Autoproducción: 2000
La Mediterránea: 2001
Gandía Blasco Group: 2016
Materiales
Terracota blanca
Fotografía
La Mediterránea
Gandía Blasco Group
Domanises
Tras el final de la dictadura en 1975, la década de los ochenta en España fue una época de optimismo generalizado y de reconversión industrial, con una economía nacional que crecía de manera progresiva. En 1986 el país ingresó en la Comunidad Económica Europea y con ello, en la economía global. A principios de la siguiente década se produjo una recesión económica importante. A pesar de ello, y como en otros ámbitos, el sector del diseño continuará su desarrollo con enorme esfuerzo e ilusión. Es importante destacar, en relación a todo lo anterior, la participación del país en eventos internacionales, como fueron la Expo del 92 en Barcelona o la Exposición Universal de Sevilla de ese mismo año, construyendo de esta manera una imagen de sí mismo y proyectándola y proyectándose hacia el resto del planeta con una voluntad de acrecentar su presencia internacional dentro de un contexto global. Paralelamente a esa voluntad de internacionalización, a finales de los años noventa se alcanzaba un nuevo periodo de estabilización económica que se prolongará hasta 2008.
Precisamente, en esa época en la que se construía un espacio para el diseño en España al tiempo que se conectaba con el resto del mundo en un intento de modernización e internacionalización, los diseñadores y estudiantes de diseño se esforzaban en generar relaciones y aprendizajes de y con el exterior. Raky Martínez, Alberto Martínez y Héctor Serrano, tres estudiantes de diseño, se trasladaron a Inglaterra para estudiar en el Royal College of Art de Londres. En 1999, desplazados de su lugar de origen, absorbiendo otras maneras de creación, fue cuando surgió el botijo La Siesta. Cuenta Héctor Serrano que el origen de dicho diseño se halla en una conversación en torno a tradición y contemporaneidad, revisitando un objeto de la cultura tradicional española a partir del distanciamiento de la misma.
Cuenta Héctor Serrano que el origen de dicho diseño se halla en una conversación en torno a tradición y contemporaneidad, revisitando un objeto de la cultura tradicional española a partir del distanciamiento de la misma.
Del boceto pasaron a la maqueta en madera y, de ahí, al primer prototipo en terracota. Mostraron el botijo en Milán y también en la exposición final del Máster. Hasta ahí, el botijo había pasado prácticamente desapercibido.
Sin embargo, Silvia García, directora de diseño durante una parte importante del recorrido de La Mediterránea (1975-2013), rápidamente se interesó por La Siesta y comenzó su producción en serie por primera vez en el año 2001. La segunda etapa del botijo llegó cuando Gandía Blasco, empresa valenciana nacida en 1941, lo rescató y lanzó de nuevo al mercado en 2016. En la actualidad, está siendo producido tanto por dicha marca como por Diabla, nueva marca de Gandía Blasco Group.
¿En qué consiste La Siesta? Se trata de un objeto de uso cotidiano, un botijo, reinterpretado desde la actualidad a través de la incorporación de elementos visuales populares y, por ello, fácilmente reconocibles. Por un lado, en su forma, el asa, el orificio y el pitorro, remiten de manera evidente al botijo más clásico; por otro lado, el cuerpo alude de manera inequívoca a las botellas de plástico de litro y medio de agua presentes por doquier en la sociedad actual. Así, al verlo, nadie puede dudar de que se trata de un objeto contenedor de agua para su consumo; sin embargo, la manera de beber y de conservar el agua ya no tienen nada que ver con el empleo masivo del plástico, sino con las ventajas que ofrecen los materiales y las técnicas tradicionales del botijo.
La botella de plástico de usar y tirar pierde su carácter perecedero. La sociedad de consumo está visualmente presente, pero en la práctica se vuelve a un uso tradicional del objeto. Hay dos elementos que se recuperan del botijo con La Siesta, más allá de la referencia estética al mismo – combinada con la de la botella de plástico-, que serían: la perdurabilidad del objeto, permitiendo su reutilización constante frente a la sociedad de consumo actual y, además, la capacidad de mantener una buena temperatura del agua que contiene, al contrario de lo que ocurre con el plástico.
La creación del botijo La Siesta respeta las formas de hacer y los materiales empleados tradicionalmente para este objeto. Realizado a mano y con terracota blanca, este recipiente de 1,2 litros ha incorporado con su adquisición por Gandía Blasco la gama cromática de la marca (blanco, bronce, gris claro, antracita, turquesa y azul cobalto) y así ha ocurrido también con Diabla. Obviamente, también el logotipo de ambas está presente en el mismo. En lo que se refiere a la capacidad de mantener fresco el líquido de su interior, algunas variaciones del mismo no incluyen exclusivamente barro poroso, perdiendo así esta característica estrechamente.
La botella de plástico de usar y tirar pierde su carácter perecedero. La sociedad de consumo está visualmente presente, pero en la práctica se vuelve a un uso tradicional del objeto. Hay dos elementos que se recuperan del botijo con La Siesta, más allá de la referencia estética al mismo que serían: la perdurabilidad del objeto, permitiendo su reutilización constante y, además, la capacidad de mantener una buena temperatura del agua que contiene, al contrario de lo que ocurre con el plástico.
Es interesante apuntar que La Siesta no es la única reinterpretación del botijo tradicional que se ha producido en las últimas décadas (El Botijo de WOW en 2012 o Càntir 2020 de André Ricard son ejemplos de ello). Sin embargo, La Siesta es algo más, en tanto que conjuga tradición y contemporaneidad en un juego lúdico que combina de manera sencilla y clara, dos iconos del antes y del ahora: el botijo tradicional y la botella de plástico de 1,5 litros de agua. Esa hibridación entre ambos objetos hace singular a La Siesta. Otro ejemplo que juega con este tipo de mezclas es el Rebotijo de Martín Azúa creado en 1999, al que le siguió el Neo-botijo y también Kàntir, todos ellos de arcilla roja. Con esta propuesta se emplea el Tetra Brik como icono de la contemporaneidad combinándolo con algunas de las características del botijo tradicional.
La Siesta es un idilio, con cierta clave de humor, entre tradición y contemporaneidad. En esta reinterpretación del botijo, la forma de uno de los contenedores de agua más empleados en la sociedad de consumo actual se conjuga de manera magistral con la del botijo tradicional añadiendo, además, las virtudes del mismo: perdurabilidad, material ecológico y conservación de la temperatura, todo ello junto al componente lúdico que implica beber a caño.
Sara Losada Rambla / Arxiu Valencià del Disseny