Escudo Generalitat Valenciana

Durante la década de 1980 la sociedad valenciana asistió a una eclosión de la cultura del diseño, surgida gracias a un fértil sustrato de profesionales jóvenes y muy capaces, combinado con la necesidad de traducir una nueva sociedad democrática a los términos visuales que la ciudadanía moderna espera de sus instituciones.

Proyecto

Escudo Generalitat Valenciana

Categoría

Gráfico

Tipología

Identidad

Diseño

Nacho Lavernia, Daniel Nebot y Paco Bascuñán

Fecha

Primera versión: 1984
Segunda versión: 2018

Fotografía e imágenes

Prensa: Europa Press (Rober Solsona), Brandemia
Archivo Daniel Nebot
Arxiu Valenciá del Disseny

Concretamente en 1984, la administración autonómica valenciana y algunos de sus sectores productivos más importantes se pusieron de acuerdo para construir las bases de esa eclosión. Dicho año vio la fundación del IMPIVA (Instituto de la Mediana y Pequeña Industria Valenciana), un organismo público autónomo adscrito a la Conselleria de Industria, Comercio y Turismo. Fue un actor fundamental en muchas de las acciones que permitieron la consolidación del diseño valenciano en esa década y las siguientes. Por ejemplo, la realización del Informe Cero, un estudio sobre la situación del diseño en las empresas valencianas, encargado ese mismo año a un grupo de profesores de la Escuela de Artes y Oficios de Valencia, dirigido por José Descalzo. También en 1984 se celebró la primera edición del Salón Internacional de Diseño de Equipamiento para el Hábitat (SIDI), bajo los auspicios de la Feria Internacional del Mueble de Valencia. Todas estas actuaciones públicas tuvieron su contraparte en la creación del grupo La Nave, un colectivo de diseñadores que se constituyó como la cara más visible, por el lado creativo, de ese nuevo diseño valenciano. El grupo se constituyó de forma descentralizada y multidisciplinar, lo cual les permitió asumir distintos tipos de encargos y adaptarse flexiblemente a las necesidades de sus clientes. De hecho, varios de sus especialistas en diseño gráfico, que antes habían formado el estudio Enebecé, desarrollaron las principales identidades corporativas valencianas durante los siguientes años, empezando por la del propio IMPIVA. 02-Escudo Generalitat Valenciana-Multiplicar-788 En este contexto y con estos antecedentes, el siguiente encargo consistió nada menos que en la creación de la marca para la máxima institución del autogobierno valenciano, la Generalitat. Lo llevaron a cabo los tres miembros del grupo con más experiencia en diseño gráfico: Nacho Lavernia (1950-), Daniel Nebot (1953-) y Paco Bascuñán (1954-2009). El punto de partida era una situación algo caótica, pues la Generalitat ya contaba con un símbolo, que estaba siendo usado de forma incoherente y confusa. El encargo de la institución iba orientado a realizar un diseño moderno y vanguardista, precisamente como reacción a esa confusión y a las connotaciones, un tanto retardatarias, de cualquier escudo heráldico. Sin embargo, los tres diseñadores consideraron mejor opción rediseñar la marca existente, reforzando el elemento identitario e historicista que tiene cualquier institución política, más aún si su historia es centenaria. De otra forma, cualquier cambio político provocaría seguramente su sustitución en pocos años por otro diferente, aumentando en el terreno gráfico la disolución de la identidad valenciana.

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El encargo de la institución iba orientado a realizar un diseño moderno y vanguardista, precisamente como reacción a esa confusión y a las connotaciones, un tanto retardatarias, de cualquier escudo heráldico. Sin embargo, los tres diseñadores consideraron mejor opción rediseñar la marca existente, reforzando el elemento identitario e historicista que tiene cualquier institución política, más aún si su historia es centenaria. De otra forma, cualquier cambio político provocaría seguramente su sustitución en pocos años por otro diferente, aumentando en el terreno gráfico la disolución de la identidad valenciana.

Por tanto, el proceso de rediseño consistió en la simplificación del escudo original, a fin de permitir su reproducción gráfica mediante métodos modernos. Por su relativa complejidad interna, el mayor reto era hacerlo legible, reconocible. Lo conforman la cimera real de Aragón con el dragón naciente alado, el yelmo coronado y su mantelete con una cruz paté: muchos elementos a incluir en una marca que después iba a tener que presentarse en soportes y contextos variadísimos, fortaleciendo la imagen institucional y adaptándola a las necesidades contemporáneas de reproducción. Esta simplificación resultó especialmente difícil en el caso de la cabeza del dragón. También se optó por plasmar la marca en rojo, heredero del color gules del escudo heráldico original. Iba complementada por una rotulación gris en el tipo Óptima (creado por Hermann Zapf en los años 50), de resonancias humanísticas y romanas, pese a carecer de serifas, a la que se aplicó una compresión horizontal muy acorde con las opciones estéticas de aquel momento.

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La marca se acompañó con un manual de identidad corporativa. El trabajo resultante ha perdurado como testimonio de aquel momento clave de apuesta por el diseño entre los sectores público y empresarial valencianos, en pos de la modernización tecnológica y de imagen de país. Esta intervención concreta se dio en un contexto de fuerte politización y polarización, acerca de los símbolos valencianos: bandera, lengua, himno, etc. La falta de oposición a la marca y su propia pervivencia son testimonio del extraordinario buen hacer de sus autores.

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No obstante, al cumplir 20 años hubo un conato por parte de la Generalitat para sustituirla o actualizarla, que no llegó a materializarse. El segundo intento sí se llevó a cabo en 2017-18, y se optó por encargarla a sus creadores originales, esta vez sin la participación de Bascuñán, fallecido en 2009. También se dio en un contexto de renovada atención a la comunicación visual por parte de las instituciones políticas valencianas. En este momento, la traslación de la marca a soportes y formatos digitales, algunos de tamaño muy reducido, llevó a Lavernia y Nebot a continuar por un camino de síntesis gráfica, por el que pasó de tener 22 elementos a solo 8. Parte del proceso fue también una actualización del tipo empleado, que acusaba especialmente el tiempo transcurrido desde 1985. Se optó por una Neutraface, otro tipo de palo seco, de marcadas líneas geométricas, creado por Christian Schwartz en 2002.

El trabajo original, en todo caso, había sido un eslabón clave en la larga serie de identidades corporativas valencianas que sus autores y otros diseñadores realizaron con gran éxito, en los años sucesivos. Entre ellas destaca la de las Cortes valencianas, obra de Nacho Lavernia, Pepe Gimeno y Juan Nava en 1994, por el uso de un lenguaje y unos recursos gráficos muy similares, partiendo también de la actualización de referentes históricos como eran, en su caso, los tres “brazos” (militar, eclesiástico y civil) de las antiguas Cortes.


Texto a cargo de C. Rafael Martínez-Martínez